jueves, 1 de marzo de 2012

Principios para ser felices

“Hijo mio, guarda mis razones, y atesora contigo mis
mandamientos. Guarda mis mandamientos y vivirás, y mi ley como las niñas de tus
ojos”. (Proverbios 7:1-2)
Cada vez que usted va a un almacén o tienda y adquiere un
equipo o electrodoméstico, le entregan con el equipo o artefacto, el manual del
uso, en el cual aparece una recomendación o advertencia, “lea el manual de
instrucciones antes de usar el equipo”. Y es sabio seguir el consejo.
El ser humano es la “maquina” mas compleja y sofisticada que
existe, su diseño solo pudo ser concebida por la mente mas prodigiosa del
universo, la mente del Creador; si los hombres somos conscientes que no podemos
entregar un producto sin llevar consigo el manual, ¿Cuánto mas Dios?
Por supuesto, que a él no se le podría escapar un
razonamiento tan elemental. La pregunta
es, ¿Dónde está el manual para las personas? ¿Existe un manual para la vida? La
respuesta es, si; ese manual es la Biblia, que no solo es un libro, sino la guía
del Creador revelada al hombre para su felicidad.
Infortunadamente, con la Biblia sucede lo mismo que con la mayoría
de las manuales de equipos y maquinas que adquirimos, terminan guardados en una
gaveta o cajón, sin haber sido consultados previamente; hasta que un día
cualquiera, cuando el artefacto sufra algún daño o accidente, es cuando se
decide consultar el manual.
Paradójicamente, con el ser humano, ni siquiera esa opción se
da, ya que al sufrir una crisis, atravesar por una situación problema; afrontar
dificultades, o padecer aflicciones, las personas acuden a todo tipo de ayuda o
recurso, y solo en muy contados casos, deciden consultar el manual de vida.
Los consejos más valiosos que se guardan en el corazón de una
persona, son aquellos que vienen de sus padres, hay tres sencillas razones para
que sea así: 1) Son quienes les dieron la vida. 2) Son quienes les entregaron
su vida para criarlos. 3) Son las personas que más les aman.
Lo que muchos no alcanzan a entender, es que Dios, no solo es
el Creador de la vida y nos ofreció ese maravilloso don; de igual manera nos ha
dado todo lo que está a su alcance para que lo recibamos y seamos felices por
ello; y es el ser que nos ama con un amor eterno e inalterable.
La única manera de entenderlo, es conociendo su palabra y
viviendo por ella. Los mandamientos de
Dios no son gravosos, no son una carga, ni coartan la libertad; son
manifestaciones de un Padre amoroso, que busca el bien y la felicidad de sus
hijos.
Muchos consideran que sus bienes más preciados son materiales
o económicos, en realidad, nada es comparable con los principios que nos guían
por la vida y nos permiten ser personas plenas, realizadas, felices y prósperos.

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