lunes, 12 de marzo de 2012

!No a la pereza si al trabajo!

“El deseo del perezoso le mata porque sus manos no quieren
trabajar” (Proverbios 21:25)
El gran desafío de los padres, líderes, educadores, empleadores,
está en identificar a quienes no quieren trabajar y principalmente, identificar
las causas que están provocando esta situación.
La pereza tiene un origen y atacar la causa de raíz, es el primer paso
para contrarrestar a la “madre de los vicios, la madre de la pobreza”, la
pereza.
Hay personas que así se les faciliten las tareas, así se les
ofrezcan las condiciones mas convenientes para trabajar no lo hacen, porque el
trabajo es un habito que nunca lo han querido cultivar; porque su actitud es de
resistencia y su visión hacia trabajo no es correcta.
Una persona que no quiera trabajar se convierte es un problema
para la familia, la empresa, la sociedad.
Y el desafío consiste en
solucionar ese gran problema, porque de
todas maneras, un gerente podría prescindir de un empleado; pero ¿un padre como
prescinde de un hijo? ¿Un líder como descarta a un discípulo, cuando su tarea
consiste precisamente en formarlo? ¿Un maestro como elimina a un estudiante,
cuando su reto es ayudarlo a lograr su rendimiento académico?
Muchas cosas desea el perezoso, pero sus manos no quieren
trabajar, y eso lo lleva a “morir”. La
tragedia de la muerte, no es que morimos, es lo que se nos muere dentro mientras
estamos vivos. Una persona que deja
morir todo aquello que la vida le ha dado, sus dones, talentos, habilidades,
sueños, relaciones, termina muriendo a la vida, aunque lo sepulten muchos años.
¿Qué hacer o cómo lograr que alguien que no quiere trabajar,
trabaje? En el manual de la vida
encontramos por lo menos tres pautas definidas: Primero: “El que él no trabaje,
tampoco coma”. Si quiere comer, trabaje.
Algunos trabajan como enfermos, pero comen como alentados.
Segundo: “el perezoso desea pero no alcanza”. ¿Quien ayuda a
un perezoso? ¿Quién estaría dispuesto a patrocinarle la pereza a alguien? Muy
diferente una persona que tiene anhelos, deseos, pero se esfuerza, trabaja, gustosamente,
se le ayuda a alcanzar esos anhelos.
Tercero: Cuenta una parábola del hijo que tomó sus bienes y
los desperdició viviendo perdidamente, cuando hubo malgastado todo y comenzó a
faltarle, reflexionó y dijo; “en casa de mi padre hay abundancia de pan, y yo aquí
me muero de hambre, iré a mi padre, le pediré perdón y le diré que me haga como
a uno de sus jornaleros”. El dejar a una
persona tocar fondo, lo lleva a reconsiderar muchas de sus acciones.
Este último caso es bien ilustrativo, el hijo reconocía que
al regresar no podía llegar a casa como huésped lustre a reclamar derechos o
exigir privilegios, sabia que tenia que ganarse con su trabajo lo que el mismo había
desperdiciado.
Solo que el amor del padre fue mayor, y no lo puso como
jornalero, sino que lo recibió como un hijo que estaba como muerto y había revivido,
que estaba perdido y había aparecido, y eso había que celebrarlo. Pero es un
gran error patrocinarles a los hijos la vagancia, la vacancia, la holganza. Siempre habrá una segunda oportunidad para
aquel que quiera rehacer su vida.

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