lunes, 5 de marzo de 2012

El duro precio de perder la cordura

“Prenderán al impío sus propias iniquidades, y retenido será
con las cuerdas de su pecado. El morirá por
falta de corrección, y errara por lo inmenso de su locura”. (Proverbios 5: 22-23)
Que complicado resulta lograr que una persona reconozca que
su vida es un enredo y que quiera salir de él.
La mayoría de los problemas que tenemos los seres humanos, son
situaciones que nos fabricamos, a pesar de ser advertidos de no hacerlo.
Hay personas que se la pasan por la vida culpando a otros de
lo que les pasa; acusan a sus padres, a sus maestros y lideres; señalan a sus
jefes; culpan a sus amigos y amores de su desgracia; reclaman al gobierno, a
Dios; en definitiva, consideran que la causa de sus problemas está afuera, no
en ellos.
Y con esa creencia, que todo lo que les pasa, tiene que ver
con algo que alguien hizo, no asumen la responsabilidad de sus actos, sino que
transfieren a otros esa responsabilidad, y en consecuencia, las decisiones y
las acciones pertinentes de cambio y mejora.
Lo insólito, es que son personas que se han equivocado muchas
veces en lo mismo, pero vuelven hacerlo; de nada les ha servido las experiencias
anteriores; la vida no ha sido una maestra, y las equivocaciones o errores no
han significado una terapia aleccionadora, sino que siguen en su actuar necio e
inconsecuente.
Conocemos el caso de un señor, que cada rato lo asaltan
ladrones, y se queja de ello, se lamenta.
Pero hay un común denominador cada vez que lo asaltan, él se encuentra
en estado de embriaguez. Luego, si lo asaltan, no es solo por la inseguridad,
es por su irresponsabilidad en propiciar la situación.
Lo triste de muchos, es que llegan a un momento en que cruzan
el límite máximo de la posibilidad de retorno, y ya para ellos no habrá una
oportunidad más; porque han agotado todas las “segundas, terceras y enésimas oportunidades
que se les han brindado”. Finalmente
quedan atados a sus pecados.
Y que decir de aquellos, que la muerte fue la triste conclusión
de sus decisiones irracionales, se atrevieron a desafiar la muerte, y a la
muerte no se le desafía. Jugaron con fuego,
abusaron de su buena suerte, o de la misericordia de Dios, y al final, salieron
lesionados, quemados, y en el peor de los casos, perdieron el don más precioso,
la dicha de vivir.
Se dice que errar es humano, pero adoptar una conducta errática,
no puede considerarse una debilidad, sino una irracionalidad; perder la cordura
y actuar locamente, estar fuera de control conduce a esa persona a un escenario
de autodestrucción, afectando a su familia, o a quienes le rodean.

No hay comentarios:

Publicar un comentario