miércoles, 7 de marzo de 2012

El poder de la ley de la siembra

“Hay quienes reparten y les es añadido mas; y hay quienes
retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza. El alma generosa será
prosperada; y el que saciare, el también será saciado”. (Proverbios 11:24-25)
Este es uno de los casos en que las matemáticas de Dios no
están de acuerdo con las matemáticas de los hombres. En aritmética básica se nos enseña sobre
sumar y multiplicar, sobre restar y dividir.
En las matemáticas de la Biblia se nos habla que quien reparte, no resta
sino que suma y multiplica. Mientras el
que retiene, no acumula sino que resta.
Muchos no se explican como puede ser esto, la única
explicación, es que así funcionan las leyes espirituales, que son tan exactas
como las físicas. Y no tiene nada que
ver con asuntos místicos, simplemente, son principios espirituales que al ser
aplicados, se cumplen siempre.
El principio del dar va ligado a otra ley en la que coinciden
todo tipo de pensadores, desde filósofos, científicos, teólogos, antropólogos,
sociólogos hasta campesinos y personas que trabajan sembrando la tierra, es la
ley de la siembra y la cosecha, que reza algo elemental y axiomático, “todo que
el hombre siembra eso cosecha”.
Y esta ley que se cumple siempre, está relacionado con cinco
aspectos básicos: Primero, la semilla, o aquello que se siembra; si una persona
siembra o cultiva mangos, eso es lo que
va a cosechar, no será manzanos, ni peras, ni naranjas.
Segundo, la calidad de la semilla, esto no se puede
desconocer. Una buena semilla, da vida a un buen árbol; y un bueno árbol da
vida a buenos frutos. No así una semilla
muerta, o un árbol enfermo. Por lo tanto, no es solo sembrar sino asegurarse
que la semilla sea buena, sana.
Tercero, la cantidad de lo que se siembra; si se siembra
generosa o abundantemente, de esa manera se cosecha. Quien siembra escasamente, de igual manera va
a cosechar. Hay una directa proporción
entre lo que se siembra y lo que se cosecha.
Cuarto, el cultivo, que son las acciones subsiguientes a la
siembra. Si una persona solamente
siembra la semilla, pero no limpia, abona, fertiliza, riega la tierra, la
semilla se muere. Y finalmente, quinto, la siega, que se da en su tiempo, que
debe saber hacerse y que es el feliz resultado de la siembra. Si no se hace
bien, se corre el riesgo de perder todo el trabajo anterior.
En la siega comprendemos el poder la ley de la siembra,
porque de una sola semilla, se pueden sacar miles de frutos. Una persona que brinda sonrisas, recibirá muchas
mas; una persona que hace favores, ella recibirá mucho mas. Todo el bien que una persona entrega a
alguien mas, lo recibirá multiplicado, mas allá de lo que haya pensado recibir.

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