“El que compra dice:
Malo es, malo es; mas cuando se aparta, se alaba”. (Proverbios 20:14)
Dice en otra versión,
“!Esto no sirve!, dice el comprador al regatear. Pero luego se vanagloria de su buena compra”. El tema en este caso, es el regateo, que es “el
debate o discusión sobre el precio de algo”. (DLE)
Por supuesto, que
hay productos y servicios cuyo precios están estandarizados y no tiene sentido
regatear, mucho menos cuando se compra al menudeo; al por mayor, las
condiciones podrían cambiar, y el regateo sería una posibilidad.
Algunos consideran
que regatear es de pésimo gusto o de mala educación, pero nadie se disgustaría se
le hicieran un buen descuento por su compra, al punto de vanagloriarse un poco
por haberse salido con la suya.
Y que decir, de la frustración
que sienten aquellos, que se enteran que otra persona logró un mejor precio,
por el solo hecho de atreverse a regatear; ellos no lo hicieron y tuvieron que pagar
hasta el doble o más en una compra.
De la manera que
existen estrategias para las ventas, las hay para las compras: Hacerse el difícil,
presentar objeciones, acompañarse de alguien que no está muy convencido, decir
que vuelve luego, pedir descuento por cantidad o pago en efectivo, actuar
imperturbable; en ultimas, los negocios son juegos de poder y persuasión.
También es cierto que hay compras en las cuales no
tiene sentido el regateo, por ejemplo, cuando le ofrecen un precio justo, ¿Por
qué tomar ventaja? ¿Por qué aprovecharse de la necesidad del vendedor? No
olvidemos lo que dice el Manual, “el obrero es digno de su salario”.
Hay todo tipo de
regateos, desde aquel que se da en las grandes negociaciones, hasta aquel que
resulta comiquísimo, y que se presenta todos los días, en los mercados, las
tiendas, en la calle con las ventas ambulantes.
Ahora bien, el
regateo debe ser respetuoso, no debe poner en duda la reputación del vendedor
ni la calidad del producto; se juega es con el precio, en un rango comprensivo
de oferta y demanda; en todo caso, y en honor a un trato justo reciproco,
debemos procurar el ganar-ganar, o no hay trato.
Lo importante es el
juego limpio, si hablamos que los negocios entran en el terreno del juego de
poder y persuasión, no por eso, debe darse el engaño, la manipulación, la
trampa, que dañan las relaciones y cierran las puertas a futuras negociaciones.
Un cliente
satisfecho regresa, recomienda y trae más clientes; de igual manera, un vendedor
satisfecho, ofrece a su cliente mejores ofertas; en la práctica construyen una relación
de fidelidad y confianza, en la que cada uno sabe que cuenta con el otro, y están
seguros de la oferta y la demanda.
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