jueves, 23 de febrero de 2012

Fiar no es vender

“Quítale su ropa al que salió fiador por el extraño y al que fía
a la extraña, tómale prenda”. (Proverbios 27:13)
Salir por fiador de alguien y las consecuencias de hacerlo,
es una de las citas más reiterativas en el manual de la vida; si hay una acción
carente de sabiduría y que pone en riesgo el patrimonio personal y familiar, y
en algunos casos, la vida misma, es responder por las deudas de terceros.
En este caso, no solo se refiere a salir por fiador, sino a la
acción de fiar, aquella confianza en un tercero que se basa en creer que hará
lo que promete; y en términos prácticos y cotidianos, la costumbre de vender a
crédito. Por el afán de vender, la
persona le dice a su comprador, lleve ahora y pague después.
Si algo debe tener muy en claro un vendedor, es que la venta
no consiste en entregar una mercancía o producto; ni siquiera cuando se hace un
cierre; la venta se hace efectiva cuando se percibe el dinero causado por el
intercambio comercial, cuando “suena la registradora”; mientras tanto, no pasa
de ser una expectativa.
La mejor compra es aquella que se hace de contado; y de igual
manera, la mejor venta es aquella que se hace de contado. Hay personas que
rayan en el descaro, el abuso y la falta de vergüenza, no solo exigen un buen
descuento, sino un largo plazo para pagar, y lo hacen a su acomodo, sin tener consideración
o respeto por el vendedor.
Y como para variar, en nuestra sociedad en la que todo
funciona al revés, a pesar de los daños y perjuicios que causa el fiar, el
vendedor sigue fiando; y el comprador sigue abusando de la buena fe del
vendedor; o aprovechándose de su necesidad.
Por supuesto, que en todo hay excepciones, hay personas que
dan muestras de responsabilidad y cumplimiento, y gozan de buen crédito, pero
son las excepciones. Resulta demasiado
desgastante y desalentador estar cobrando a aquellos que ni siquiera dan la
cara, sino que se evaden o esconden para no pagar.
Las ventas es la profesión universal, es una actividad
maravillosa, gratificante, que reporta grandes satisfacciones y alegrías;
siempre que se realice dentro de las reglas de juego correctas; de allí la
importancia de elegir o seleccionar muy bien a los clientes. Un vendedor sabe
con quien negocia o que líos puede estar entretejiendo. En lugar de vender,
está comprando un problema, un enredo, un conflicto, una frustración personal,
y en algunos casos críticos, ganándose un enemigo.

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