“No dejes a tu amigo, ni al amigo de tu padre; ni vayas a la
casa de tu hermano en el día de tu aflicción.
Mejor es el vecino cerca que el hermano lejos”. (Proverbios 27:10)
Uno de los más valiosos patrimonios que posee toda persona
son sus relaciones interpersonales y más concretamente, aquellas que son
cercanas e intimas. Hoy en día, cuando
impera la vida de apariencias, superficialidad y el utilitarismo, es necesario
cuidar las relaciones, profundizar en ellas y aprender a cultivarlas.
Se dice que el síndrome social del siglo XXI, el fenómeno
sicológico actual es la soledad; esa es una de las razones del éxito de las
redes sociales, que demuestran la necesidad imperiosa que tienen las personas
de comunicarse, de visibilizarse, de entrar en contacto con otros seres humanos, así sea virtualmente.
Es paradójico que a mayor tecnología en las comunicaciones,
las personas tienen mayor dificultad para el contacto físico, para la
comunicación directa. Gran parte de este conflicto se debe a que se han banalizado
las relaciones, se les ha quitado la importancia, se han descuidado,
deteriorado y abandonado, las cuales debemos cuidar, cultivar, atender, nutrir,
alimentar.
Revisemos brevemente estas relaciones sociales básicas.
Primero: Tu amigo, si bien muchos han
perdido la fe y la confianza en la amistad, hay personas con las cuales existen
lazos, que ni el tiempo ni la distancia, incluso las circunstancias de la vida
hay logrado romper; amistades que construimos en la infancia, la adolescencia,
que han permanecido a lo largo de los años.
Segundo: El amigo de tu
padre, que también es tu amigo, un protector, un proveedor, un aliado.
Nuestros padres construyeron las relaciones que no se acaban con la partida de ellos,
sino que muchas de ellas, trascienden al tiempo, y ya no solo es el amigo de mi
padre, quien es mi amigo, sino sus hijos y esto le da un carácter que
trasciende a lo generacional.
Tercero: los hermanos,
y también parientes, que si bien son nuestros aliados naturales mas cercanos,
debemos saber como y cuando involucrarlos en nuestros asuntos personales, para
evitar agotarlos con nuestros problemas.
Además que debe darse un sentido de reciprocidad, cumpliéndose aquello
de “hoy por mi, mañana por ti”.
Cuarto: los vecinos,
que es una relación que se ha ido desvaneciendo con la forma de vida moderna,
donde cada uno se enclaustra en su casa o apartamento y se afecta la
convivencia y la integración. Pero es
innegable la importancia que tienen los vecinos en la vida humana. Y es un vecino, quien mejor nos puede dar la
mano cuando más lo necesitamos y nosotros a el, por supuesto.
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