martes, 31 de enero de 2012

Los altibajos de la vida ponen a prueba el corazon

“Dos cosas te he demandado; no me las niegues antes que
muera: Vanidad y palabra mentirosa aparta de mi; no me des pobreza ni riquezas;
mantenme del pan necesario; no sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es
Dios? O que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios”. (Proverbios
30:8-9)
En la Puerta de Delfos, Templo de Apolo en Grecia, aparece el famoso
aforismo griego: “Conócete a ti mismo”, tal vez la mas ardua tarea que tiene una
persona por delante; feliz aquel que mucho antes que llegue al final de sus
días, haya aprendido a conocerse al menos un poco.
Una persona que aprende a conocerse, esta en mayores
posibilidades de aprender a autorregularse, a tener mayor control de sus emociones
o impulsos; y de eso se trata la madurez emocional, se capaz de poner en
cintura las emociones básicas.
Los situaciones extremas pueden llevar a una persona a
cometer locuras, también podría decirse, que una persona al borde de la locura,
cruza el limite hacia las situaciones extremas, que siempre terminan lesionando
a quien cae en ellas.
Este proverbio describe la historia de muchas personas, que
revelan su verdadera esencia en situaciones extremas; en la pobreza o en medio
de los problemas se llenan de amargura y terminan blasfemando el nombre de su
Dios.
Y en la riqueza, la
historia no es muy diferente, porque la persona se llena de vanidad, soberbia,
altivez, autosuficiencia y en medio de su orgullo quita los ojos de su Señor.
De allí la decisión, de mantenme de lo necesario.
Eso explica, porque muchas personas no superan su promedio,
se mantienen en el mismo nivel, porque si bajan, reniegan; pero si se elevan,
niegan al Dios que les hace prosperar. En todo caso, los altibajos financieros
son un termómetro que mide la temperatura del corazón.
No son pocos los casos de personas que consiguen dinero y
pierden la cabeza, tampoco son pocos los casos de personas que pierden dinero y
pierden la cabeza. El asunto de fondo,
no debe ser si se gana o se pierde de dinero, sino que independiente de las
circunstancias la cabeza conserve su lugar.
¿Quién establece el límite de la abundancia? Uno mismo. Hay un principio elemental de la
administración, aquel que reza, “a cada uno se le entrega según su capacidad”. Una persona que no esta en capacidad de
recibir mucho, recibirá poco.
Pero aquel que esta en capacidad de recibir más, se le dará
mas. Sin perder de vista que en igual
forma se le va a exigir; porque al que mucho se le da, mucho se le demandará, y
la mas importante demanda, es la capacidad de guardar el corazón. Por Alexander Dorado Albán.

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